La piel que habito


Todo pudo empezar como una broma perversa: Contar una vez más el cuento de hadas del enamorado que secuestraba a su futura amada, para que ella finalmente se enamorara también de él, Síndrome de Estocolmo de por medio. Contar esta historia una vez más pero la amada ya no es sólo una amada, sino fue un amado y ha sido operado para transformase precisamente en la amada. Sí, La piel que habito pudo empezar como una obvia relectura de Átame, pero en algún momento derivó, supongo, en una película mutante que tiene tanto del primer Almodóvar, como del último. Lo que es cierto es que la cinta es una adaptación de la novela Tarántula de Thierry Jonquet. 

O será mejor volver a empezar. La película se presenta como una relectura, pero es en realidad otra historia sin afinidad ninguna. La tortuosa estructura narrativa envolvería al espectador para sorprenderlo al final, de una trama a otra, de un melodrama a otro. Como si la película duplicara el mismo proceso que sufre Vicente (Jan Cornet) al ser convertido en Vera (Elena Anaya). La piel que habito tiene, sin embargo, huecos entre sus hilos, y sobre todo un equipaje muy pesado. Es un espectáculo estimulante, prometedor, aunque dejé la sensación de dejar vacíos. Pero esto de la relectura es sólo una suposición mía, mi equívoco en otras palabras.


Aclaremos de una buena vez: La cinta empieza con Vera encerrada en la mansión de un prestigioso cirujano plástico, Robert  (Antonio Banderas). Vera ha roto todos los vestidos que tenía en el armario, lee pilas de libros que Marilia (Marisa Paredes) le envía por un pequeño ascensor junto a su comida. Vera es prisionera y Robert la espía por las noches cuando ella lee. Desesperada, Vera intenta quitarse la vida, sin éxito. La situación cambia cuando aparece Zeca (Roberto Álamo), díscolo hijo de Marilia, quien huye de la justicia. Al ver a Vera no puede contenerse, somete a su madre y la obliga a darle las llaves de la prisionera. Sube al cuarto y tras un forcejeo se dispone a violarla -un regreso del joven Almodóvar. Robert interrumpe la escena y mata a Zeca. Todo por el momento puede ser más bien confuso, pero entonces llega el momento de las explicaciones. ¿Por qué Vera está encerrada? ¿A quién le recuerda el rostro de Vera a Robert? ¿Por qué Robert se convirtió en un obseso sin corazón? Todas las preguntas son resueltas con una serie de flashbacks que aclaran cómo pudo ser que antes Vera fuera Vicente, o que la difunta mujer de Robert, deformada por un accidente que le quemó la piel, se suicidara, y cómo la hija del mismo Robert se suicidó también después de lo que para ella supuso un evento traumático. Un melodrama recargado mucho más cercano al Almodóvar más reciente.  Y luego llega el desenlace, apresurado, cerrando los hilos de la historia.


Ahora, La piel que habito bien podía ser una reflexión sobre la identidad, el modo en que los cambios modelan a un individuo. No es así. También podía ser la descripción de cómo la obsesión de una persona llega al punto de deformar vidas ajenas. Tampoco es eso. La piel que habito es una carrera alucinada al principio, una sobria y oscura película de personajes que deliran o que intentan escapar al delirio de los otros. Hasta que llega el melodrama que por darle un sentido a todos los nudos de la trama hace pesada a la cinta: pues el melodrama es como una maleta de viaje, vieja y pesada -está lleno de recuerdos, frustraciones, deseos y arrepentimientos. Los personajes que parecían actuar tan livianos ahora han explicado sus serios motivos. Esto no detiene el desenlace, pero si ha cargado al espectador por lo que el final se hunde bajo un peso insoportable.

Me equivocó quizás. La piel que habito es más bien una pesadilla melancólica, una en que sus personajes intentan desesperadamente rehacer sus presentes, pues no aceptan haber caído en una trampa incomprensible. Los vacíos que deja la cinta, el no exponer ningún tema quizá sea una estrategia para evidenciar el absurdo al que se ven sometidos sus personajes. De ser así los vacíos ocultan esos infiernos que se alcanzan a percibir por momentos, imágenes goyescas como la de una mujer totalmente quemada que se ve en el reflejo de una ventana y se lanza al vacío. Si simplemente fuera así, la cinta se transformaría en una obra sencillamente genial.

Una de las cuestiones que más me extrañaba de La piel que habito era su alambicada estructura. Me extrañaba pues no veía una razón clara para ello. Suponía que tal vez se relacionara con mi equívoco, el de pensar que veía una cinta cuando veía otra, el de envolver al espectador en una trampa tejida como una telaraña para que al final el espectador sufriese las desastrosas consecuencias que no esperaba: El ataque de un monstruo gigante que bien podía llamársele fatalidad, o destino. O si vamos a los géneros, que el thriller psicológico mutara en un melodrama en toda regla. Cualquiera que sea la interpretación el resultado es estimulante. Almodóvar se las ha arreglado para crear un desnudo y explicativo acertijo.

Pero llega el final y parece que todo ha terminado muy pronto. Cada trama tiene también una suerte de piel, y la historia encaja en ella cuando está cómoda en ella. No siempre lo hace. Mis dudas surgen de nuevo. Creo que hay piezas que no encajan, que la trama ha alargado y roto la piel. Pero tal vez me siga equivocando. Al fin y al cabo puede tratarse de piel mutante.

PS 1: No sé si es intencional, por otra parte, el que en el segundo piso de El Cigarral, la casa de Robert y la prisión de Vera, esté colgado una  reproducción de un Tiziano; mientras que en el primero haya una sala decorada con un motivo Pop. La trampa posmoderna. O la posmodernidad que ha caído en su trampa. Esto simplemente como acotación.

2.Por cierto, las tarántulas no tejen telarañas -según este enlace.

3.Debo anotar que me gusta mucho la música de la película.

Comentarios

  1. Sencilamente increíble película, más allá de esos vacías que creo todo s sentimos al verla. Es una película que enmaraña las situaciones y te hace pensar en como puede saber Vera lo que pasó con la hija de Robert, de ahí en adelante solo puedes exclamar : "ah" y quedarte con la boca abierta. es de esas pelícualas que te hacen pensar con cada acto que es lo que viene y en que terminará.

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    1. Agradezco tu comentario. Coincido en que es realmente un film interesante, a pesar de sus falencias. Una cinta que muestra que Almodóvar sigue realizando cine de alta calidad.

      Saludos.

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